Viajando por caminos sureños, caminos que sin querer caminamos, nos hayamos en un sector desconocido, alejado de lo urbano. Habíamos llegado a el, solo por equivocación, nada nos hacía pensar el por que teníamos que irnos por ese camino.
El camino comienza en el lado de la ciudad de
Osorno, el calor es inmenso, nos perdemos entre piedras, tierra, polvorines levantado por las ruedas , nadie se nos cruza por delante, solo árboles, inolvidables bosques y en los bellos parajes de nuestro campo sureño, hermosas vacas lecheras pastando. Estamos perdidos, da lo mismo, nadie nos apura, es todo el tiempo nuestro. Seguimos el camino, total llegará el momento que nos lleve a algún lugar donde quedarnos esa noche. Cada cierto rato, divisamos algún fundo con su letrero avisando como con orgullo que en ese lugar entregan la leche de sus vacas a
Colun, me acuerdo del manjar, que exquisitez, pero si somos hermanos, y nos reímos como niños chicos disfrutándolo. Es la magia del sur. El camino nos lleva a un cerro, ahí hay un letrero, dice Estación Trumao. ¿Cual estación?, mas tierra, piedras y árboles. Hay una caseta vieja, de madera. Dos hombres dentro de esa caseta, genial, ahi saldremos de la duda donde nos encontramos. Ellos son Pedro y Pablo, hermanos, quienes nos sacan de nuestra ignorancia. Conversando nos cuentan del lugar, su nombre es
Trumao, que significa suelo oscuro de ceniza volcánica, nos cuentan que esa noche hay un baile, y como buenos anfitriones nos invitan a quedarnos, con bingo incluido que se hará esa noche con el fin de juntar dinero para arreglar la antigua Iglesia Misión de Trumao, que fue edificada a fines del Siglo XVIII por misioneros Capuchinos. Terminan indicándonos como llegar a la carretera, suban ese cerro, nos indican un cerro empinado que por un costado corre el magestuoso Rio Bueno, es un camino angosto, que prefiero subirlo a pie. Nos despedimos y seguimos nuestro rumbo. Al llegar a la cima del cerro nos encontramos como con una pequeña población, donde parece que los días, ni el tiempo existen. Típico de mí, me fijo en la cantidad de perros flacuchentos que hay en las calles, pareciera que a nadie mas le importa que esos perros estén tan delgados. Voy al auto, saco alimento y les dejo en el suelo, los perros despavoridos comen desesperados, la gente ni se inmuta, solo les asombra que les esté dando comida a los perros.
Seguimos el camino, hasta que por fin, comienza la calzada pavimentada, se nota que parte de ella está recién terminada, y aun falta por terminar. Uf...por fin, se acabaron las piedras, y el tierral. El pavimento está parejito, da gusto viajar por el, vidrios abajo para darnos algo de fresco, un paisaje maravilloso que se va quedando en la retina.
De repente al llegar a una curva algo en el suelo me llama la atención, es un perro con la lengua afuera
jadeando acalorado a la orilla del camino. Está sentado como esperando algo. Ve venir nuestro auto, se para, corre hacia nosotros y se pone por delante de el. Nos llama la atención con que ganas se coloca delante de nosotros, asi como obligándonos a detenernos, imposible hacernos los locos, támpoco lo haríamos, acostumbrados a que nos sigan los perros, nos detenemos a la orilla. Tenemos todo el tiempo del mundo.
El calor es infernal es una perra rucia, tiene el color del trigo, algo sucio, mestiza con algo de pastor, con sus tetitas caidas como si estuviera amamantando. Le ofrecemos agua, la rechaza, ella corre sobre la calzada nueva de un lado para otro, como tratando de decirnos lo que le sucede, está muy alborotada, sigue jadeando, sigue corriendo, pero no quiere alimento ni agua. Conociendo el comportamiento de los perros, la incitamos a que nos muestre lo que le pasa, en eso escuchamos unos pequeños aullidos,
se mete a un enorme campo sembrado de trigal. Es tan hermoso el trigal que recuerda esa canción de mi amado Sandro,
Trigo maduro hay en tu pelo... robó quizá la luz al sol.
La Rucia traspasa el cerco, se mete al trigal, corre de un lado para otro, se mimetiza perdiéndose en la siembra. Solo sabemos que ella está ahí dentro, y nosotros gritando desde afuera,busca, busca, busca Rucia. De pronto aparece cerca de donde ella está, un cachorrito negro tipo pastor, la Rucia empieza a correr como para sacarlo de ahi, pero no puede, por que una zanja se lo impide. Camina de un lado para otro, desesperada. Pobrecita, me digo, que impotencia siente. Que mas decirnos, Basi traspasa la zanja, busca tomarlo, pero se le arranca, sigue en su meta, hasta que lo logra. La Rucia se puso feliz, se le notaba en sus ojitos lo feliz que estaba. Fueron momentos inolvidables, donde cada día nosotros aprendemos mas de ellos.
Voy al auto, hago un bebedero con una botella plástica de esas de
jugo, le ofrecemos agua, el cachorrito empieza a tomar, y la Rucia lo
sigue. Luego de tomarse casi toda el agua de la botella, se hechan a la sombra, le ofrecemos alimento, ella como gran madre, se lo deja al pequeño.
Ya ha pasado hora y media desde que se nos cruzó la Rucia del sur en medio del camino de Trumao y nosotros ahí, sin que nadie nos apure. Esto es vivir.
Si quieres conocer a la Rucia del sur, solo tienes que darle clic aqui para que puedas disfrutar lo maravilloso de esta realidad, el gran amor de una madre por su hijo.
Sigue aqui:
Llegó la hora de continuar nuestro camino, sin antes hacer nuestros ya conocidos letreros que dejamos en los lugares donde nos encontramos con los perros del camino. ¿Por que conocidos? se preguntarán. Cada vez que nos topamos con algún perro abandonado en nuestro camino, dejamos letreros incentivando a la adopción, ayudar, a ser responsable con quienes son ya parte de nuestra vida, los animales. Gracias a esos letreros, con el paso del tiempo, me ubican para contarme que pasó con los perros que hemos encontrado. Y la verdad que mas que darme alegría, me da orgullo, si, orgullo que la gente tome conciencia con nuestra página dedicada a los perros abandonados que encontramos a través de nuestro país.
Nos despedimos de ellos con mucha ternura, con la pena de no poder traerla, por no tener un lugar físico grande donde poder tenerla. Ahí la dejamos junto a bastante comida, agua, y a nuestro letrero.
La verdad que fueron momentos muy especiales, siempre digo que por algo pasan las
cosas, ahora comprendíamos el por que teniamos que perdernos en lugares
que no conocíamos.
Con el paso del tiempo, un día me llamó una señora para contarme que ella había pasado por el lugar, vió a la perrita junto a su cachorrito, se detuvo para leer el letrero. Siguió su camino, se metió a
esta página, y al día siguiente volvió a buscar a la perra. Supieran ustedes la tremenda emoción que nos dieron. Fue una persona anónima, sin nombre. Hoy la Rucia fue adoptada, está esterilizada, y vive junto a su hijo.
Trigo maduro hay en tu pelo...
robó quizá la luz al sol.
Yo soy el dueño de tu fruto,
soy el molino de tu amor...
Ay! Trigal... Dame tu surco y dame vida...
Borra mi tiempo y esta herida...
si ya es mío tu trigal.
Todo nuestro agradecimiento para esa persona de corazón noble.
Quiero seguir confiando que a través de nuestro país, hay muchas mas personas que puedan realizar un loable acto de amor, adoptando un perro abandonado.
Dios es grande, escribe derecho con líneas torcidas.
Marcela Opazo
losperrosdelcamino@gmail.com
2 comentarios:
Qué linda y emocionante historia mi estimada Marcela, y sobretodo con un final feliz, aque me emocionó mucho. Gracias a tí y tu familia pudieron encontrar hogar.
Cuando tus historias de los en situación calle (como yo les llamo), termina con un final feliz, me imagino que sientes tu corazón hinchado de felicidad.
Como siempre Marcela mi reconocimiento para tí y familia.
Llake
Sin palabras.. Q Dios los bendiga!
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