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5 de noviembre de 2009

"Yaqui".


Mi primer perro fue Yaqui, un perro foxterrier blanco que nació poco antes que yo viniera al mundo, me fue regalado por unos compadres de mis padres. Al comienzo le llamé Serrucho, Martillo, nombres que se me venían a la mente, al tun tun como niña chica. A medida que pasaban los años, yo crecía junto a Yaqui, el fue mi primer amigo, el que con un lengüetazo sobre las lágrimas que caían por mi rostro después de una retada negativa merecida, devolvía la sonrisa plena a mi cara sonrojada de tanto llorar. Sentía sus ojos oscuros mirándome y yo sonreía, era mi mayor premio, entonces lo tomaba con mis brazos pequeñitos, lo abrazaba, que exquisito era olerle, si, llenar mi nariz de ese olor a perro transpirado cerrando los ojos para que nunca se me olvidase. Hasta el día de hoy, estando sola, cierro mis ojos y vuelvo a aquellos maravillosos días de infancia. Yaqui siempre fue mi amigo, era un poco mayor que yo, celebrábamos los cumpleaños casi juntos, aprendió a andar a mi lado desde cachorrito, solo con su collar, en ese tiempo no habían las correas para tirarlo, a lo mas se amarraba con un cordel, era tan inteligente que sabía a la hora que comenzaba el día, la hora en que yo me iba al colegio a tomar la micro, y cuando me bajaba de esta, el primero en bajarse era el, sabía como subirse camuflado al bus para que el chofer no lo echara para abajo, se iba directo bajo el primer asiento. Habían veces en que yo solo me daba cuenta cuando se bajaba, y cuando lo hacía antes de subir, lo tomaba en brazo y me devolvía una y otra vez a dejarlo a casa, era un balazo para arrancarse y seguirme. Las veces que lograba hacer leso al chofer, me seguía hasta el colegio, ahí era otro tiempo mas en que yo entrara al colegio, cerraban la puerta cuando de repente en clases la profesora preguntaba, en la puerta hay un perrito, y con tono un poco irónico decía ¿a quién busca?...y yo entre orgullosa y con vergüenza, me levantaba del asiento, volvía a tomarlo en brazo para ir a dejarlo a la puerta de calle. Ahí Don Melitón, el portero de la escuela, siempre se reía y me decía...otra vez. Lo echaba para la calle, pero Yaqui buscaba la reja de fierro para meterse entre los barrotes y volver de nuevo a la sala de clases. Ya cuando veía que el cuidador se estaba aburriendo con el show, colocando mi cara inocente lo convencía para que me lo tuviera en su salita hasta que tocaran la campana. ¡Que rabias me hacía pasar!...uyuyuuui, pero yo lo amaba, era mi amigo. A nadie más que a mí le sucedía que un perro me acompañara al colegio. Lo más exquisito era cuando tocaban la campana, agarraba mi bolsón de cuero, sobre el delantal cuadrillé me lo cruzaba a mi cuerpo, salía corriendo despavorida a la puerta del colegio donde mi fiel amigo y compañero me esperaba. Le hacía cariño y le decía, vamos Yaqui, a patita pa’ la casa. Y el, movía su cola, se ponía a mí lado y partíamos uno junto al otro, a veces corriendo, otras caminando, tirándole piedras que me traía o tocábamos el timbre de alguna casa y arrancábamos. Lo mas divertido era cuando llegábamos a casa, nos habría la puerta mi madre, que se asombraba de verlo, y éste, decía, con razón los chiquillos no lo encontraron. Yaqui se iba directo al patio donde lo esperaba su casita.

Cuando llegaba la época de irnos a veranear por la colonia donde mi padre trabajaba, Yaqui era el primero en subirse al camión que nos transportaría al bosque de Ventanas. Siempre fue con nosotros, era un patiperro, hasta ayudaba a armar el campamento. Por las mañanas temprano nos levantábamos, tomábamos desayuno y nos íbamos junto a mis padres y hermanos a caminar por la orilla de la playa, aquella playa que yace plena y pura en las imágenes de mis recuerdos, hoy transformada en una mugre por dar paso al progreso económico de nuestro país. Yo llevaba mi balde para llenarlo de conchitas que tiraba el mar, y Yaqui siempre corriendo de un lado para otro. Mi perro era feliz con nosotros. Hubo veces en que se perdía de nuestro rumbo por quedarse jugando con algún otro, pero siempre llegaba en donde estábamos. Era el perro más pocero para tomarse fotos. Las fotos en blanco y negro son originales de época.
Desde siempre tuve este amor por los perros. Yaqui me acompañaba a bañarme en el mar, quedaba estilando entre ladrido y ladrido para que me saliera, luego se iba a la arena y se sacudía sin importarle quién estuviera a su lado. Menos mal que había bastante espacio en esa tiempo para acostarse guatita al sol de lo contrario nos hubieran tapado a garabato limpio, mientras a Yaqui con mis hermanos lo cubríamos con arena, dejándole solo su cabecita afuera, y le gustaba tanto que lo hiciéramos que ni siquiera se movía.
Siempre estuvo sano, y eso que solo se le ponía la vacuna antirrábica, además se alimentaba de las “sobras” que dejaba mi madre de nuestra comida, Yaqui comía de todo, y nunca estuvo enfermo.
Llegaba el tiempo de volver a Santiago. Aquí era cuando comenzaron mis problemas. Se valía tan bien solo fuera de casa, “callejeando”, que a primera hora cuando mi padre se iba al trabajo no se daba cuenta que se le escapaba el perro, Yaqui desaparecía sin saber donde estuviera. En ese tiempo los martes y viernes pasaba el “maldito camión de la perrera municipal”, eran horribles aquellos días para mí, cuando les tocaba pasar y Yaqui sin saber de su existencia, se arrancaba a recorrer las calles. Entonces me iba hacia la calle a buscarlo justo donde el asqueroso camión se detenía yo con mis ojos super abiertos, lo buscaba entre tantos perros “vagos” que cazaban por medio de redes hombres con sus mamelucos azules o plomos hediondos a excrementos y basuras. Como niña chica que era, les gritaba que los soltaran que ahí estaba mi perro, como gritaría que hasta me daban permiso para que lo buscara dentro del camión, pobre que se me arrancara algún perro por casualidad me decían, luego de asegurarme que no estaba, me iba con la cabeza gacha preocupada por no haberlo encontrado, al llegar y abrir la puerta de mi casa Yaqui salía a encontrarme moviendo su cola, ahí lo retaba castigándolo dentro de su casa y sin contacto. Al patio.

Aquellos recuerdos del camión de la perrera municipal, nunca los he podido sacar de mi mente, cada vez que un perro se perdía en el sector era señal que el camión lo había atrapado, ahí si el dueño consideraba que su perro era importante, iba en su busca y si lo alcanzaba lo traía de vuelta, de lo contrario los propios vecinos echaban a los perros para la calle en el momento que pasaba tan magno vehículo para que se llevaran a sus mascotas, sin importarle el dolor que ello causase. Rara vez volvía a ver a los perros de los vecinos. Y al preguntarle a ellos por su perro, era tan “normal” que me respondieran, se lo llevó la perrera. Supieran la rabia que me daba, y a pesar de ser tan niña, yo sabía que hacían mal, y sentía que yo debía hacer justicia por aquellos perros inocentes que entregaban a la perrera, sencillamente no saludaba mas a los vecinos que traicionaban a sus perros. Y créanme que a varios de ellos nunca mas volví a saludar, pero levantaba mi frente y los miraba como recriminando lo que habían hecho, y eso que era “normal” tirar a los perros para que el camión de la perrera se lo llevara.

Íbamos a cumplir con Yaquí casi doce años. Un día llego a casa de vuelta de la escuela, abro la puerta, me pareció extraño que no saliera a encontrarme, le pregunto a mi madre por Yaqui, y me responde que se había arrancado en la mañana y aún no había vuelto. Tomaba once y me iba a recorrer todas las calles del sector por donde se suponía que el estuviera, a veces lo encontraba y lo llevaba de vuelta, pero hubo una vez que por mas que recorrí las calles una y otra vez, mi Yaqui nunca mas volvió. No hubo noche que no llorara por no encontrarlo, nunca perdí la esperanza de hallarlo, todos los días llegaba del colegio y me iba en su busca.

Esta es la historia de mi Yaqui, la primera mascota que tengo en mi vida llena de recuerdos. Pasaron los meses quedándome con la idea que se perdió o el dolor mas grande que se lo llevó la perrera. Fue ahí cuando mi madre al ver que mi pena no decaía, trajo otro perro a nuestro hogar.

Pasaron los años, yo crecí y un día conversando con uno de mis hermanos, sin querer se le sale que Yaqui había sido atropellado…¿Cómo que atropellado?...le grité y me cuenta su historia: yo me había ido a la escuela, alguien abrió la puerta y Yaqui salió vuelto loco en mi busca. Al poco rato vino un vecino avisar que a mi perro lo había atropellado una micro. Jaime, mi hermano mayor que estaba en casa salió corriendo a buscarlo…las lágrimas están cayendo sobre mis mejillas…al rato llega de vuelta con mi Yaqui muerto, en brazos, totalmente ensangrentada su ropa. Yaqui fue enterrado antes que yo llegara. Al preguntarle a mi madre por que me lo ocultó, respondió que había sido lo mejor para que yo no sufriera tanto como lo quería. No juzgo la decisión. Una madre no se juzga.

Solo se que ese perro que amé con todas mis fuerzas inocente en la infancia, marcó mi vida para toda la vida, entregarme sin condiciones a los perros, por que de ellos he aprendido a aceptar a las personas como son, aprendí la paciencia, la fidelidad, la lealtad, a entregarme, a confiar…aprendí a amar a los perros.

Esta es la historia de un perro como cualquiera que le encantaba salir a recorrer las calles, es el típico "perro callejero", un perro que siempre tuvo dueño, un perro inteligente que se las arreglaba cada día para salir a sus aventuras, y luego volver a su hogar donde lo esperaban y era bien recibido, a pesar de llegar con un olor fétido en su cuerpo revolcado en el escremento de caballo o perro muerto, que murió bajo las ruedas de un bus. La vida nos enseña a través de pruebas o experiencias a ser mejores personas, mejores humanos. Nunca mas un perro mío ha salido a la calle sin su collar, ni su correa.

Quise contarles la historia de mi Yaqui, y la repugnancia que siento ante el camión de la perrera. El tiempo ha pasado y no en vano, intento educar sobre tenencia responsable de mascotas para que no hayan mas Yaquis muertos atropellados. Durante años salí de madrugada a recorrer las calles de mi comuna cuando alguien me avisaba que andaba un camión municipal sospechoso en tal calle, y créanme que si esto vuelve a suceder me tendrán de nuevo en las calles, tenga la edad que tenga.


"¡Cuán pocos son los que piensan justamente
sobre los pocos que piensan!
¡Y cuántos que creen pensar y...
no piensan nunca!"




NO MAS PERROS ABANDONADOS

Marcela Opazo
losperrosdelcamino


"Un perro no tiene por que andar en la calle solo, debe salir a pasear tirado de una correa de la mano de su dueño, de lo contrario se convierte en un perro callejero." No dejes que tu perro se convierta irresponsablemente en un perro callejero."

25 de octubre de 2009

"No al exterminio de perros abandonados"

Eran las dos de la tarde, el día está medio frío, no hay que olvidar que el día anterior había llovido fuerte, voy llegando a Plaza Italia por Vicuña Mackenna, ahí me espera mi esposo, le entrego el auto, y me uno a la marcha convocada por animalistas. ¡Cuidado con tu pie!, me dice. Me siento tan tocada con esta imbecibilidad política y gubernamental, que no concibo que mentes que se creen con inteligencia superior puedan ser tan inhumanas y retrogradas. ¿En que país estamos?
Me asombra ver que hay mas personas del común de las marchas, eso me enorgullece de sobremanera. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan identificada con una marcha de tanta importancia, como no recordar aquellos tiempos que junto a una de mis grandes amigas perrunas, la Morita, nos poníamos de acuerdo y no faltaba marcha que no asistiéramos. Morita y yo fuimos pioneras en esto de las marchas, hasta que nos dimos cuenta que éramos quizás las únicas locas que lo tomábamos en serio. Muchos se reían de nosotras cuando nos colocábamos en el pecho un logo que decía no al maltrato animal, con la foto de un perrito, si parecíamos familiares de detenidos desaparecidos nos decían, y nosotras muertas de la risa. Nos daba igual lo que pensaran, lo importante era estar presente en defensa de nuestros perros abandonados, sin importarnos la región, ni ciudad, menos raza, solo por ellos estabámos presente. Ese día era yo quien estaba por la Morita y por ellos.


Eran otros tiempos, tiempos de entrega total, de sueños inconclusos sin tener un término, ni un fin. Hoy quise recordar aquellos tiempos, llamé varias veces a mi amiga Morita con la intención de pasarla a buscar, pero el cuerpo, la salud de a poco nos va pasando la cuenta. Ya no es el mismo cuerpo que hace veinte años atrás. Los huesos se hacen débiles.
En un comienzo iba con la intención de hacer acto de presencia solo en la Plaza Italia, realmente no me atrevía a marchar por la Alameda por temor a no llegar al final. Pensé, los años no pasan en vano, las idas al camino y el último esguince de mi pie, me dejó para la cagá mi pata izquierda, de verdad me hizo titubear de hacerlo, pero una vez estando en el lugar, observar las caras de las personas presentes, me dije, vamos que tu puedes. Y ahí estaba yo empezando a caminar, lentamente.

Se dio a inició con el rugir de un grupo de motoqueros, para luego en masa comenzar la caminata al destino acordado. Diferentes carteles, de colores, blanco, negro, unos mas ingeniosos que otro en su mensaje, como de costumbre en todo acto no faltaron los perros abandonados corriendo de un lado hacia el otro, inocentes de que lo que se estaba defendiendo era su propio derecho a la vida, a respirar este aire viciado de selva inexistente, mientras Carabineros cuidaban que la columna no se saliera de la calzada autorizada, empecé a caminar con recelo, de a poco me fui adelantando por temor a que mi pie se resintiera, me hice a un lado de la calzada observando cada rostro allí presente.


Muchos de ellos me sonreían, no se si se habrán dado cuenta que allí estaba yo, la mas loca de todas en representación de los perros del camino, a mucha honra. Sola caminando a pesar del mal estado de mi pie, por ellos.


La columna se detiene frente a la Universidad Católica, gritan consignas en contra de los que un día torturaron animales. A los minutos continuamos caminando y me pregunto en silencio ¿dónde están aquellos que se decían animalistas de mi época? o ¿es que ahora solo se dedican a lucrar con los perros abandonados?. Veo pocas personas mayores, debieran haber mas o es ¿que acaso los adultos no tienen alguna mascota que les recuerde el sufrimiento de un perro ?, aunque ya no esté. El verdadero amor hacia ellos nunca se olvida. Me hubiese gustado ver mas personas mayores, a la próxima inviten a sus padres, abuelos. Gritemos por ellos. Griten...sin avergonzarse. Ahí estaba Erika, junto a su pequeño hijo marchando.




El camino se hace cortísimo, y mi pata aun no se pronuncia del dolor por suerte. Veo caras conocidas que en realidad no conozco. Estoy frente a Almacenes París. El tráfico está detenido, mientras la gente que espera tomar las tortugas Transantiago nos observan con cara de ser extraterrestre. No falta el que pregunta ¿por que la marcha?, hasta me doy el tiempo de explicarle, aprovecho para que mi pie descanse, quizás poco entienda, pero mueve la cabeza en forma afirmativa, seña que algo comprendió, sigo caminando. Liberación, liberar al hermano animal, el que no salta es mata perros, el que no salta come carne, si se le ha perdido un perro, el seremi lo mató...gritos a toda voz que no me identifican mucho les diré. Aún no logro pasar aquella barrera de dejar de comer carne. Yo solo estoy ahí por los perros del camino.



Al frente de la Moneda, miro hacia mi lado, hay un joven que me parece conocido desde el invento de las multas por dar alimento en Pirque, me saluda y cruzamos alguna palabra, en realidad me dió gusto encontrarme con el, que quizás de su parte no eran solo palabras. Estamos por la misma causa en el mismo lugar.
La masa se sienta en el suelo helado frente a la Moneda , mientras yo continúo de pie, lo que no me quita gritar, gritamos a todo pulmón, imgino estar en el estadio, chichichi... la adrenalina sube, siento que hasta me hace bien gritar, pero es mas el asco que emerge ante la política, no hay caso conmigo, y eso que me han ofrecido postularme...jajaja.

Algo me dice que este mundo es mucho mas lindo de lo que es, de eso no tengo dudas. La unión hace la fuerza. Ojala que haya mas todavía, eso es lo que espero, total soñar es gratis.
Al llegar a Amunategui, la marcha es desviada hacia la calle Alonso Ovalle, como un desenlace poco esperado, dobla por esta en u hacia la calle Bulnes, donde se detiene, y todos como de acuerdo se sientan en la calzada.


Toma la palabra Alejandra del Cefu, intento escucharla pero no lo consigo, estoy retirada, mientras mi ojos se encuentran con personas maravillosas, lo primero que hago es preguntar por tí, Pablo...te echo de menos. Me dio gusto ver a tu madre y a tu hermana. El camino siempre me une con alguien especial. Ahí está Karen, Natalia, Tamara, Lucy, Yolanda, Javiera, Sandra, Eliana, Alejandro...nuestra conversación gira en torno a perros. Miro sus rostros y son limpios. Si todos amaramos a los animales, nuestro mundo sería diferente. Se darían cuenta que la vida sí vale la pena disfrutarla, aceptarla y vivirla a concho cada día, si no fíjense en mí.

Ya son casi las cuatro de la tarde, se va el tiempo, y mi pie está impecable. En eso mi esposo me pasa a buscar, me despido de algunos y nos vamos. Aún es tiempo de ir al camino le digo, pasamos a casa a buscar lo indispensable, y nos vamos raudos donde ojitos luminosos me alegraran mas el día.

Ahí estaban ellos esperándome, saben que no les puedo fallar...por la tarde Diosito pinta el cielo de colores para mí, acostumbro decir así cuando el cielo está hermoso. Mi café en compañía de Basilio y Alejandro es increíble, la tarde está fría, pero mi corazón radiante.


Por la noche, ya cansada, sin sueño, escribo en silencio mientras mi gente duerme. El cansancio en mi pie llega, me punza el juanete de lo hinchado que está, pero me río, ( me acuerdo de mi amiga Loreto), está hinchado de haber estado presente en una marcha que pocos al parecer tomaron en serio. Apago el computador, aún no me canso, salgo al antejardín a fumar un cigarrillo (el tábaco produce cáncer), son las cuatro de la madrugada, lo dejo pendiente. Ha empezado otro día, con las mismas horas, con el mismo fin...vivir.

Un perro no tiene religión ni color político, ellos no votan, pero nosotros sí.



Ya no mas, únanse a gritar...



Marcela Opazo

23 de octubre de 2009

"Marcha 24 de Octubre."


Tengo tanta impotencia que no se imaginan, y cuando me pasa esto, me desgasto, me alejo automáticamente, ya se habrán dado cuenta. La rabia me come y la impotencia me frustra como ser humano.

Me ha costado tener que escribir sobre personajes humanos, humanos que considero de asquerosa reputación, al comienzo pensé en subir una foto de ese señor a mi página, pero luego me retraigo, me contesto que culpa tienen los perros que existan humanos como el Ministro José Antonio Viera Gallo, “que busca exterminar a perros y gatos callejeros, metiéndolos en cámaras de gases, y yo mas encima lo estaría premiando y contribuyendo a su fama de nazista frustrado subiendo su foto. Gobierno apoya la ley.

Nadie de nosotros, los que amamos a los perros y los que no tanto, queremos que hayan perros deambulando por las calles, pero se ha preguntado usted alguna vez con sus más de cinco dedos de frente que al parecer no le ha servido de mucho, y con esto me refiero al dicho de la inteligencia, no a su calvicie prematura infantil, para que no lo tome a mal...¿por que hay perros en las calles?. Si los hay es por falta de ignorancia, falta de educación, falta de recursos.

Siempre he luchado por la educación en tenencia responsable de mascotas, lo repito una y otra vez, aquí de nada sirven las matanzas legales ni clandestinas, como los gobiernos están acostumbrados a hacerlo, solo con educación, solo educando, esterilizando y castigando a quienes cometen maltrato en contra de sus mascotas, solo así habrá esperanzas de bajar la cantidad de perros callejeros, y vuelvo a repetir, el perro callejero es el que tiene dueño y por su dueño irresponsable en tenencia, al perro se le tildará de peligroso, lo que sin tener culpa alguna será llevado a la muerte.

Las matanzas que tan inteligentemente ha dado a conocer este señor, no sirven de nada, por que muchos de aquellos irresponsables serán los primeros en tirar a la calle a su mascota sencillamente por aburrimiento, pasaran los meses y volverá a hacerse de un cachorrito que como el anterior no tiene culpa. No olvide que el único animal que tiene el privilegio de razonar, somos nosotros, NO LOS PERROS.

Educando, educando, educando, esterilizando, esterilizando, castigando...no me cansaré de repetirlo, solo así bajaremos la cantidad de perros callejeros de las ciudades de nuestro país.

En vez de gastar dinero en pagar matanzas de perros y gatos, ¿porque no se gasta ese dinero en educación y esterilización?

Claro...si el país tiene como pagar sueldos a políticos inútiles, lo demás será para matar perros, verdad?...¿por que en vez de pagarles grandes sueldos, por que no le quitan un poquito para educar a la población de nuestro país?...Todo el dinero que se tira por la ventana en campañas políticas, entonces... ¿ por que no se hace una campaña a nivel de país para educar y esterilizar?
¿Cuanto gastaron por las tortugas Transantiago en publicidad, comerciales tv?
¿Por que no hacerlo por la TENENCIA RESPONSABLE DE MASCOTAS?


Si yo no estuviera de acuerdo, no me sumaría a esta campaña, pero lo estoy...ESTOY EN CONTRA DE LA MATANZAS DE PERROS, matanzas por negligencia humana, por limpiar conciencias, por el bien de la sociedad, por la limpieza del planeta y un montón de wevadas mas que tan solo buscan que otros se sigan llenando de plata a través de ganar proyectos municipales ahora para "facilitar" la muerte del perro abandonado, quien como siempre he dicho, UN PERRO NO TIENE CULPA, ya estoy hasta la coronilla que en mi país, un país donde nací, aprendí amar a través de sus hermosos paisajes naturales, a conocer lo lindo y variado de su gente, me avergüence cada día mas en su manera de tratar a los animales, una manera peor que prehistórica. YA BASTA.

Este Sábado 24 de Octubre se realizará una protesta desde las 14:00-18:00 hrs. en Plaza Italia y creo que también en otras regiones, porque en Chile no debe prevalecer la muerte sobre la vida de los animales.

Por un Flaco, como miles de flacos, por un perro abandonado sin tener ninguna culpa, hay que salir a gritar NO MAS MATANZAS DE PERROS, YA BASTA...por ellos ahí estaremos.


EL PERRO NO TIENE CULPA DE NADA, somos los humanos los priveligiados de pensar, de razonar, entonces que los señores que tienen la vida de los perros abandonados en sus manos, recapaciten por el bien de un país y en unos años mas se darán cuenta que el arrepentirse a tiempo, puedan salvarse del infierno de sus conciencias.

Es hora que todos tomemos conciencia ante esta maldita ley, no dejes para otro día lo que tendremos que hacer hoy, no lo olvides Plaza Italia.


"Un país, una civilización se puede
juzgar por la forma en que trata a sus animales"





NO MAS PERROS ABANDONADOS

Marcela Opazo
losperrosdelcamino


"Un perro no tiene por que andar en la calle solo, debe salir a pasear tirado de una correa de la mano de su dueño, de lo contrario se convierte en un perro callejero." No dejes que tu perro se convierta irresponsablemente en un perro callejero."

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Soy Rayo Boy, un pointer braco, me gusta mucho correr, conoce mi historia, es de un principe.La señora que escribe en esta página se enamoró de mí, y hoy duermo en su sofá en medio del living. Hoy pertenezco a una familia hermosa, tengo un collar con mi identificación y todo lo que necesito. Fui un perro abandonado en el camino, tracionado, pero gracias a esta página, estoy rehabilitado, y muy feliz.

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AGRADECIMIENTOS ESPECIALES

Como no agradecerles todo el amor que me entregan a diario, toda esa comprensión que tienen cuando les digo...vamos al camino...y ustedes de siempre me han acompañado, me han ayudado, con frío o calor.
Gracias a mi linda familia, a mi esposo, a Dany y Marce, creo que sin ellos, yo no podría estar todo lo que he estado en estos años.
Gracias también a mis padres, ya que ellos fueron quienes me enseñaron a querer a los perros especialmente.
Los amo y lo saben de sobra, me da lo mismo que me digan mamona...jajaja, y a mucha honra.
Y por supuesto también a quienes han creído en mí por años.
Marcela

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