Los Perros del camino

2 de octubre de 2008

"Los pastores...Bombón."

Aproximadamente en el mes de Mayo de este año, fueron abandonados en el camino tres perros adultos raza pastor inglés, y para no tener remordimiento, sus amos los dejaron abandonados con su casucha color rosado, donde por supuesto jamás caerían los tres por su tamaño.



Eran tres pastores ingleses, dos de tamaño grandes y una, mas chiquita, preciosos, que al solo verlos de lejos, nadie creería que habían sido abandonados.

Bombón, Ruffino y Bomboncita, tres pastores ingleses, con un pelo horrible de anudado, sucio, y enredado, llegaron al camino en una oscura y fría noche del mes de Mayo.

Eran temerosos, inseguras, estuvieron varios días sin acercarse a comer, desde lejos me observaban cuando llegaba al lugar, quizás nunca pensaron e imaginaron que había una loca humana que iría a verlos, con bolsas de alimento exclusivamente para los perros abandonados del camino.

De a poco me fui ganando la confianza de Bombón, no así la de Bomboncita, que era más temerosa, y solo se dedicaba a observarme de lejos.
El día que Bombón se acercó, más que para comer fue para sentir mi cálida mano sobre su cabeza, e intentar nuevamente a confiar en un humano, un humano que era diferente al que la había abandonado en la peor de las condiciones, un humano que sin conocerla la alimentaba, y le daba muestras de cariño.


Vinieron las lluvias, las bajas temperaturas, pensaba… ¿que sería de ellas?... con el agua en su cuerpo, por la cantidad de pelo enredado que tenían, con el agua y sin sol, les costaría mas secar sus motas, se pondrían hediondas de humedad, tendrían mayor oportunidad para enfermedades.
Junto a Macarena, en días de lluvia, nos íbamos al lugar para poder ponerlas debajo de los árboles o en la propia casa rosada donde la dejaron, pero no, ellas hacían un hoyo en el suelo y allí se acostaban, para mitigar el frío y la lluvia, ignorantes de todo, sin percatarse de que la lluvia sí, las mojaba y las dejaba como diuca.

Entonces atiné a llevar la tijera, estuve como una hora cortándole las motas para así reducir la cantidad de pelo enredado que tenían, y evitar de alguna manera que se mantuvieran mojadas por mas tiempo, Bombón humildemente se acostaba en el suelo, paciente cada vez que yo le cortaba sus chochos motudos.

Hasta que un día me llama mi amiga Carmen, y me dice que su hermana la quiere adoptar, justo en ese momento… entonces le doy a conocer el lugar en que me encontrarían, llegaron al lugar, la vieron, la abrazaron, me dieron las gracias, la subieron a su auto y partieron...



Así fue como Bombón se fue del lugar en una noche fría de invierno, acompañada de otra bella familia que la haría volver a la realidad de un hogar.

No mas abandono de perros

Por una ley verdadera en contra del abandono de perros

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