"Princesita..."

Princesita, así la empecé a llamar cuando la conocí. Fue un día de mucho calor cuando al toque de la bocina viene corriendo tras de mi auto,…me miró, se sentó y se quedó esperando que haría yo. Pues bien, abrí la puerta de la maletera de mi auto, saqué un saco de alimento, y le ofrecí a destajo. Ella con temor intentó comer, pero no lo hizo, siguió sentada en el lugar, mas que comida y agua ella buscaba una mano que la acariciara. Le puse mi mano en su cabeza, encontré muchas garrapatas, empecé a sacárselas una por una, ella solo buscaba estar acompañada. No era una perra de raza fina, y mas encima era papiche…la quise desde el primer minuto que la ví.



Continué mi camino, ella se devolvía a su lugar. Ya en la siguiente oportunidades que la ví, ella corría tras de mi auto, solo para tocarme, me daba sus hocicazos con besos incluidos, esperaba que yo me perdiera en el camino y ella se ocultaba.

Así pasaron tres años. En el operativo fue esterilizada. Con el dolor de mi corazón la veía que ella siendo tan frágil, era tan fuerte para soportar inviernos y veranos. Me propuse buscarle un hogar…subía su foto a internet y nada.

Me volvía a decepcionar, pero yo seguía en mi lucha. Un día conocí a Macarena Moya, quien me solicitó acompañarme al camino, le mostré todo lo que yo hacía, y ella con mucho cariño se comprometió con los perros del camino, tal vez con la misma entrega que yo. Un día un amigo le dijo que quería comprar un perrito para que acompañara a su perro, y ella lo invitó al camino, quizás ahí habría uno que a él le gustara. Entonces me llamó y me dijo: Marce que perrito podrías recomendar para que fuera adoptado?...que me han dicho…jajaja…la Princesita.

El domingo siguiente, Macarena fue al camino acompañada de su amigo Alvaro, y sin decirle nada a este le presentó a Princesita, entonces Alvaro la miró y le dijo…tu estás hecha para mí!...la tomó en brazos, la subió a la camioneta y se la llevó a su casa.

Álvaro se la llevó a su casa, la envió a la peluquería, la llevó al veterinario, y hoy es la gran “damita” que lo acompaña a ver televisión, con la cual juega, conversa, le da protección y mucho cariño, es la gran compañía de Alvaro y su madre.


Gracias Alvaro por tu entrega a los perros, sin ese amor que sientes, jamás podrías haber tenido la grandeza de aceptar a un perro adulto, abandonado y hacerte participe de esta obra que empecé un día en el camino, sola con mi familia, y hoy ya somos varios, y tu has pasado a ser participe de todos los que nos hemos comprometido con el camino.

Hoy Princesita tiene un hogar hermoso donde la quieren de verdad, después de haber sufrido por casi mas de dos años en el abandono, pasando hambre, sed, frío...hoy Dios y Alvaro le han dado una nueva oportunidad.




Muchas gracias Alvaro González y por supuesto también para Macarena Moya, quien lleva puesta la camiseta del camino.




NO MAS PERROS ABANDONADOS

Marcela Opazo