"Estrellita y su hija...II"

Se acuerdan de Estrellita y su hija?...como no recordarlas, verdad. Para todos aquellos que han preguntado...¿que fue de ellas?

Un día recorriendo el camino, conocí a una joven pareja, nos presentamos, y me cuentan que ellos están subiendo a dar alimento en lo que pueden a los perros. Ellos son Macarena y Víctor. Conversamos, comentamos. Al pasar los días, me llama Macarena para contarme:

Marce, me llevo a Estrellita y a su hija a mi casa. Su historia me ha conmovido, y no quiero que sigan sufriendo, por lo menos las tendré en mi casa hasta que alguien las pueda adoptar.

No lo podía creer. Aquellas perritas que habían sufrido tanto en ese camino, hoy tenían una esperanza, salir de ahí. Desde ese día no hemos perdido contacto con Macarena, todo lo contrario, es otra de las grandes como le digo yo a quienes se las saben jugar por los perros.
La invité a subir conmigo, fue un día de comunicarnos sentimientos, sueños, secretos, recorrimos todo el camino. De noche la pasé a dejar a su casa.
Macarena tiene cinco perros recogidos de las calles, y porque se enamoró de Estrella y su hija, las fue a buscar y la llevó a casa, sin pensarlo dos veces. Solo que no contó como sería el recibimiento de su prole. Ellos las rechazaban. Maca, las bañó, las puso lindas para que no destiñeran delante de los suyos, les dio todo el cariño que podía, pero Estrella aún seguía triste y Luna apegada a ella.
Me detuve en la puerta de su casa, y solo detenerme, Estrella comenzó a gemir, luego al escuchar mi voz, ya movía su cola, para que les cuento la alegría que sintieron ambas al reconocerme en ese lugar que para ellas era tan extraño como para mí, pero estábamos juntas y eso les devolvió la confianza.

Pasé a donde se encontraban, las abracé y besé muchísimo, sus colitas no dejaban de moverse.

Luna o Dulce como ahora le llamaban, estaba inmensa, hermosa, sus ojitos le brillaban…
Me tiré sobre su colchón y comencé a jugar con todos, sin hacer distinciones…sin saber que eso bastaría para que Estrella y su hija, cambiaran de actitud.

En ese momento estaba empezando a disfrutar de su nueva vida.
Me fui feliz, de saberlas queridas por Maca, su mamá, y que allí, nada les faltaría.

Al día siguiente me llama Maca, y me cuenta que las niñas estaban diferentes, habían empezado a jugar con sus otros perros, pero igual se sentían como lejanas, fue entonces cuando decidimos seguir buscando a ese amo que uno sueña para las perras que se han ganado el lugar que ocupan en mi corazón y que han pasado a ser especiales en mi vida.
Pasaba el tiempo, y nada, pero no faltó la estúpida que me escribió para darse ínfulas de querer adoptarlas, y en el momento de los quiubos, no respondió mas. Pero las esperanzas aun estaban latentes. Hasta que un día abro mi correo, y veo en asunto: quiero adoptar a Estrella y su hija.
Dentro de tanto correo inútil, me voy directo a ese que era una esperanza a mis ojos, lo abro y confirmo el asunto. Le respondo para que me envíen sus datos y un número de teléfono fijo. Fue así como conocí a la Sra. Evertte Mefergot quien de inmediato las quería, ya, en su casa. Me contacto con Maca, nos ponemos de acuerdo, paso echar $ 6.000 de bencina con mi tarjeta salvadora para estos acontecimientos, luego a buscarlas a las tres: Maca, Estrella y Dulce o Luna. Nos fuimos con la confianza que me daban las palabras de la señora que las adoptaría. Eran alrededor de las 24 hrs. cuando llegamos a su casa, nos estaban esperando. Fue increíble su recibimiento. Ellas comenzaron a caminar, investigar y recorrer su nuevo hogar.
Hoy nuevamente puedo dormir mas tranquila, por que se que Estrella y su hija, están donde las quieren y las respetan.

Muchas gracias a Macarena, su mamá, Víctor, y por supuesto a la Sra.Evertte Mefergot y a su hermosa familia que adoptó sin preguntar nada, a Estrella y a su hija.

Esta es la última foto de mis niñas tomando sol en el antejardín de su hogar, enviada por su dueña Evertte Mefergot.


Mil gracias para todos los que se la juegan por un perro abandonado.

NO MAS ABANDONO DE PERROS.

Marcela Opazo