Les presento a mis cachorritos adoptivos. Ellos fueron encontrados el día en que se celebra San Ignacio de Loyola, así que en honor a el los he llamado Ignacio e Ignacia de Loyola, para los amigos Nachito y Nachita.
Son muy especiales, como todo cachorro, pero ellos aún mas desde el momento que son huérfanos, así que imagínense como estamos de chochos todos en casa. Que importa que tenga que levantarme a las dos, cinco y ocho de la mañana para entibiar su mamadera y cambiar su guaterito, que importa que me desvele cada vez que me despierto…jajaja, si de solo mirarlos como se agarran a esa mamá ficticia a través de un chupetito y una jeringa, mi vida se ilumina aún mas cuando los observo.
Nachito es mas tranquilo, pero es un poquito llorón…lo tomo, y me lo pongo en mi cuello, siento su respiración entrecortada, y su naricita fría en mi piel…ahí se calma y lo devuelvo a su cunita, una plebeya cajita de cartón, preparada especialmente para ellos, con guatero y frazaditas que debo cambiar varias veces durante el día cuando orinan muy seguido. No me gusta que estén descuidados, todo lo contrario, super limpiecitos. Lo mas divertido es cuando se orinan en mis manos…jajaja…calentito.
Nachita es mas independiente, ya intenta salirse de su cunita para ir a orinar fuera, corremos a socorrerla cuando la vemos que lo intenta, y buena para mamar, si hasta chupa la oreja de su hermanito, lo limpia y se acerca a el como con casi instinto de mamá.
La chochera nos envuelve a todos en casa.
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